Urbanismo, organización del territorio e infraestructuras

Parece razonable que una reflexión territorial se extienda de una manera especialmente intensa en nuestro Hinterland (aproximadamente 7 millones de habitantes), dándose por supuesto que debe mantener una mínima coherencia con el exterior, que tomaremos como condición de contorno. Para ello, deberíamos superar las restricciones propias de nuestros regímenes competenciales para ampliar nuestra visión del territorio, extendiéndola a toda nuestra área de influencia, a nuestro Hinterland.

Esta superación del marco territorial y competencial de la CAPV sólo es alcanzable apalancándonos en conceptos relacionales como el liderazgo y las alianzas entre territorios (o mejor las ciudades). Debemos ser capaces de generar una visión del conjunto de nuestra área de influencia que logre identificar a todas las partes y que se asiente en una estrategia win-win. Quizá la institución que puede manejarse en este campo con una mayor libertad, soltura y ascendente sea el Ayuntamiento de Bilbao.

Esta visión de conjunto implica objetivos fundamentales compartidos y un reparto equilibrado de papeles. Nuestra metrópoli podría ejercer un liderazgo que le permitiera obtener el máximo valor de su especialización, al tiempo que promueve el mismo proceso en el resto del entorno, gestionando el modelo territorial-funcional en niveles óptimos.

Se trata de respetar el equilibrio y la equidad en el conjunto, porque es la postura más inteligente y la que maximiza el rendimiento global de nuestra área de influencia y el nuestro propio.

Si queremos “hacer de Bilbao una metrópoli de servicios avanzados dentro de una moderna región industrial“ debemos desplegarla desarrollando en detalle todas y cada una de las características que implica en las tres dimensiones básicas de toda urbe:

  1. Metrópoli como entorno humano y social.
  2. Metrópoli como medio físico y soporte.
  3. Metrópoli como espacio económico y profesional.