Avanzar en cohesión social para crecer como sociedad
La exclusión y la inclusión social nos hablan de participación: hasta qué punto somos, nos sentimos y nos sienten miembros de una comunidad y cómo ese reconocimiento y participación enriquecen nuestra vida y nuestro estar en sociedad.
Un proyecto de sociedad no es viable si la exclusión es un problema que afecta a parte de sus miembros. Una sociedad es, primeramente, un vínculo entre la ciudadanía, que se enlaza a través de relaciones mutuas y recíprocas. Es lo que denominamos “cohesión social”.
En Bizkaia, en concreto en torno al área metropolitana de Bilbao, una parte importante de la población vive en la sociedad de las oportunidades. Pero tras esta apariencia de calidad de vida generalizada, se esconden realidades de pobreza, vulnerabilidad y exclusión social. La nuestra es una sociedad de dos velocidades, donde los grupos más desfavorecidos se quedan en los márgenes de la sociedad de las oportunidades debido a las barreras de la desigualdad que genera el propio modelo social. Una realidad persistente que se hereda de generación en generación.
En 2023 Cáritas Bizkaia atendió 13.090 personas, 1.000 más que el año anterior. De ellas, en torno al 75% se concentra en Bilbao y los núcleos urbanos de la margen izquierda. La pobreza y la exclusión social son fenómenos principalmente urbanos. Tal y como señala el informe sobre exclusión y desarrollo social en Euskadi (FOESSA, 2021) el 70% de la población en exclusión social (en torno a 252.000 personas) reside en zonas urbanas. Desde la perspectiva de la pobreza y según la EPDS (Encuesta de pobreza y desigualdades sociales. Gobierno Vasco, 2022), la mitad de la pobreza de Euskadi se sitúa en Bizkaia. Y si nos fijamos en un nivel más local, el 18,7% de la pobreza de Euskadi se ubica en Bilbao y el 13,7% lo hace en la margen izquierda. Incluso si bajamos a zonas más concretas, nos encontramos con una distribución desigual de los ingresos en los distintos barrios de Bilbao. Una pobreza que está relacionada no solo con los ingresos económicos, también con el desarrollo urbanístico, la vivienda, el empleo, nivel cultural, salud y esperanza de vida. La pobreza y la exclusión social se distribuyen de forma desigual no solo geográficamente, también lo hacen entre las personas y los colectivos de población. Los rostros de la pobreza y la exclusión son los de las personas inmigrantes, las familias monoparentales encabezadas por mujeres, las familias con hijos a su cuidado y la juventud. A estos colectivos hay que añadir a las personas sin hogar. Cáritas Bizkaia acompañó a 1.797 personas sin hogar, principalmente en el entorno del Bilbao metropolitano.
El desempleo y la precariedad laboral, junto a la subida de precios de bienes básicos, las dificultades para el empadronamiento y sobre todo el acceso a una vivienda digna y estable son los problemas del día a día a los que se enfrentan estas personas. Junto a estas situaciones, constatamos la soledad, la debilidad de los vínculos y el rechazo social que sufren.
Para responder a esta realidad compleja, el papel de entidades sociales como Cáritas suponen una oportunidad. Para las familias y personas en situación de pobreza, vulnerabilidad y exclusión social, los centros de Cáritas son lugares de ayuda, acompañamiento, formación, orientación social y laboral, encuentro y apertura al entorno comunitario, entre otras muchas cosas.
En medio de las dificultades y los problemas surge la solidaridad de la mano de las más de 1.800 personas voluntarias que se han comprometido con la acción de Cáritas. Muestra de la solidaridad y compromiso de la sociedad bizkaina es también la inversión de más de 14 millones de euros realizada por Cáritas para desarrollar su actividad en 2023.
En definitiva, la cohesión social nos orienta hacia la transformación de nuestro modelo social, teniendo en cuenta: la gestión de la esfera económica desde criterios de sostenibilidad humana y medioambiental, el desarrollo del mercado de trabajo en condiciones dignas, la construcción social de formas de relación , cuidado mutuo y convivencia y un espacio político entendido éste como aquel que articula el acceso a los derechos humanos y la participación ciudadana en la toma de decisiones colectivas. En este camino, “cada gesto cuenta”.
Ana Sofi Telletxea
Responsable del Observatorio de Realidad Social de Cáritas Bizkaia